8 de noviembre del 2020
Nosotros vivimos en un mundo instantáneo. El café ya no se cuela en una media. El popcorn no se caliente en la estufa por media hora en una bola de aluminio. No tenemos ni que ir al otro lado de la casa a contestar el teléfono. Sin embargo, en medio de un mundo instantáneo, la santidad es un proceso. La santidad es el lento, consistente y a veces tedioso proceso por el cual un pecador adquiere los valores, perspectivas, y acciones de Cristo a través del trabajo del Espíritu Santo en nuestras vidas. El que antes no se preocupaba en lo más mínimo en Dios, ahora desea profundamente vivir su vida imitando a Cristo. Cristo pagó el precio de nuestra salvación, pero simplemente quedarnos ahí sin aprovechar la oportunidad que se nos da de restaurar todo aspecto de nuestra vida es conformarnos con menos de lo que Dios nos ofrece en Cristo. Nuestra búsqueda de santidad es la reacción natural a lo que Dios ha hecho por ti.
¿Que actividad tomaba una cantidad de tiempo grande en tu niñez que ahora es casi inmediata?
¿Por qué es tan importante para Pedro el que sepamos que Dios “nos ha concedido todas las cosas que necesitamos para vivir como Dios manda” (v. 3)?
¿Cual es un cambio has visto en tus valores, perspectivas y acciones desde que buscas tener una relación profunda con Dios?
Sé sincero, ¿cuan paciente eres con los cambios que Dios está haciendo en tu vida?
Lee las escalera de madurez espiritual (santidad) que Pedro provee en 1 Pedro 1:5-6. ¿Dónde estás tú en esa escalera?
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