Si escuchamos con atención, este llamado más profundo de servir a Dios y a nuestro prójimo de manera real y concreta resuena en nuestros votos bautismales. Estamos llamados a confesar a Cristo como nuestro salvador y poner toda nuestra confianza en su gracia y luego prometemos servirle como nuestro Señor. Si Cristo es el Señor, entonces nuestro horario, finanzas, política y lealtades deben lucir como si realmente creyéramos que él es la verdad y la vida. Si Jesús es el Señor, entonces su forma de vida —retanto el status quo, luchando por los oprimidos, alimentando a los hambrientos, prestando atención a aquellos que de otro modo pasarían desapercibidos— debería ser el modelo para la nuestra. No somos simplemente liberados de nuestras viejas costumbres, somos libres para seguir los caminos de Dios ahora mismo.
Entonces, ¿para qué te ha liberado Dios? ¿Dónde te está empujando Dios para que veas de manera diferente y sirvas de todo corazón? ¿Dónde te pide Dios que te unas a la obra de liberar a los cautivos o de soltar el yugo de la opresión?
Lea Juan 13 y la historia de Jesús lavando los pies de los discípulos. ¿Qué sientes cuando Jesús se inclina y levanta tus pies para lavarlos?
¿Qué diferencia, si es que hay alguna, hay entre "confesar a Jesús como Salvador y Señor" y "prometer servir a Jesús como Señor"?
¿Cómo el servir a Jesús como Señor cambia la forma en que nos relacionamos con otras personas?
¿Qué tan difícil debe haber sido para Jesús lavar los pies de Judas o de Pedro? ¿Qué significa esta promesa de servir para aquellos que podrían traicionarte?
¿Cómo se ve una iglesia de servicio hoy?
No comments:
Post a Comment