28 de enero
del 2018
Santiago
4:1-8
Muchas de
nuestras peleas son círculos viciosos de los cuales no podemos salir solos. Por
ejemplo, hacemos demandas por el respeto de aquellos cercanos a nosotros. Sin
embargo, al pelear, decimos palabras que los hieren, y al herirlos, perdemos
aún más su respeto. Al perder el respeto, ellos se sienten justificados en
atacarnos. Antes de que te des cuenta, el círculo vicioso sigue dando vueltas.
Venimos a Dios solo cuando no podemos más con una lista de quejas pidiendo a
Dios que sirva nuestros planes en vez de humildemente pedir ayuda para nuestro
herido corazón.
¿Cuándo fue
la última vez que te sentiste estar en círculo vicioso del cual no podías
salir?
Lee el
círculo vicioso descrito en los versos 1-3. ¿Con que aspecto de la descripción
te identificas más y por qué?
La frase
“el mundo” en el verso 4 se refiere al pensamiento común de la gente. ¿Cómo el
pensamiento de un cristiano debe ser diferente de una persona no cristiano en
cuanto a conflictos?
¿Qué
necesidad existe en lo profundo de tu corazón detrás de tus peleas
superficiales? Por ejemplo, peleamos por dinero pero en lo profundo deseamos
seguridad.
¿Cómo
deberías acerarte a Dios en esa área?
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